Sevilla Florece, ¿por qué hay tantos naranjos en la ciudad?

Uno de los mejores momentos para disfrutar de nuestra ciudad es, sin duda, en primavera. Sevilla vive una metamorfosis durante los meses de marzo y abril para convertirse en una ciudad aromática, con sus plantas y árboles más vivos que en cualquier otra época del año.

Uno de los árboles que más sorprenden a los visitantes por su aroma, color y cantidad es el naranjo, protagonista en la capital hispalense. Sevilla es la ciudad con mayor cantidad de naranjos del mundo. No obstante, aunque sus frutos son muy apetecibles, los naranjos que pueblan nuestra ciudad son amargos (Citrus aurantium), por lo que intentar degustar una de estas naranjas no es una buena idea.

Una ciudad de azahar

Desde la Catedral hasta la Macarena, Sevilla está inundada de este tipo de árboles, que durante la primavera impregnan la ciudad con su olor característico a azahar. Esta clara predilección de Sevilla por el naranjo, despierta la pregunta: ¿Por qué hay tantos naranjos en la ciudad?

Los naranjos han sido una parte integral de la cultura sevillana durante siglos. Su presencia en la ciudad tiene profundas raíces históricas que se remontan a la época de los viajes de los marineros genoveses y a la dominación musulmana en la península ibérica. Durante el siglo XI estos marineros extendieron la idea de que el naranjo estaba asociado a la felicidad, por lo que muchos sevillanos comenzaron a plantar estos árboles en sus patios y calles. 

Más tarde los musulmanes mantuvieron esta tradición, pero ampliaron su plantación por dos motivos. Por una parte, querían dotar a la ciudad de mayor belleza si cabe y, por otra parte, la plantación de naranjos contribuía a su objetivo de convertir a Sevilla en la capital mundial de la perfumería, pues el naranjo se utiliza, entre otras cosas, para fabricar perfumes y aceites. Y esta influencia árabe va mucho más allá, se manifiesta por ejemplo en el lenguaje, pues la palabra azahar, procede de la palabra árabe zahr, que significa flor.

El último impulso a esta planta lo dieron los marineros escoceses que durante sus campañas de exploración a África utilizaron las naranjas sevillanas para hacer mermelada y luchar contra el escorbuto durante sus largas travesías, pues esta fruta es rica en vitamina C. 

Una curiosa tradición

En la actualidad, los naranjos cumplen principalmente una función decorativa. No obstante, todavía, a día de hoy se utilizan las naranjas del Alcázar para realizar mermelada y cumplir con una curiosa tradición. Una tradición que se remonta al siglo XX cuando la casa real británica descubrió las bondades de las naranjas sevillanas para la elaboración de mermelada de naranja amarga (una confitura muy popular en el país). Y en la actualidad esta tradición se ha transformado en un acto simbólico entre Sevilla (que entrega las naranjas) y Reino Unido (quien se encarga de elaborar la deliciosa confitura). 

Así que, ya sea para disfrutar del olor a azahar o para degustar una deliciosa mermelada de naranja amarga, Sevilla es la ciudad perfecta para pasar esta primavera.