Sevilla entre aguas: Un paseo histórico a través del Guadalquivir
París tiene su Sena, Londres su Támesis y Sevilla, su Guadalquivir. Muchas de las grandes ciudades europeas son atravesadas por ríos que marcan decisivamente el ritmo de estos enclaves. Sevilla no es un caso aparte. El mismo origen de la ciudad se encuentra ligado a la posición geográfica de este río y, sin él, Sevilla no sería Sevilla.Si nos fijamos en todos aquellos mapas antiguos de la ciudad de Sevilla (conocidos como Laudatos Orbis, ya que exaltaban las bondades de las ciudades) podemos ver cómo se fijaba el río en el centro de la misma, convirtiéndose en una parte crucial de la configuración urbanística y de la esencia sevillana.
El romance entre Sevilla y el Guadalquivir
Aunque la visión que se tiene a día de hoy del Guadalquivir ha cambiado mucho y se ve ahora como aguas tranquilas donde hacer canoa o dar un paseo en barco, su caudal ha tenido una gran relevancia económica y defensiva a lo largo de los siglos. Así que, antes de pasear por sus orillas, es interesante conocer un poco de su historia.
El amor de Sevilla por el Guadalquivir se remonta a la época romana. Por aquel entonces el Guadalquivir era conocido como Betis y daba nombre a toda una provincia romana, Bétula. Durante está época fue una importante vía de comunicación y comercio en la península ibérica, al tratarse del único río navegable en todo el territorio.
Sevilla, entonces conocida como Hispalis, se convirtió en un próspero centro urbano gracias a su ubicación estratégica en el río. Los romanos construyeron numerosas infraestructuras a lo largo del Guadalquivir, incluyendo puertos, puentes y acueductos, lo que facilitó el transporte de mercancías y la conexión con otras regiones del Imperio Romano.
Cuando la península fue invadida por los musulmanes, el Guadalquivir continuó siendo una importante vía de comunicación y comercio en Al-Andalus. Fue en esta época cuando adquirió su nombre actual (En árabe, Guadalquivir se traduce como “río grande»).
De la Reconquista a la actualidad
Tras la reconquista cristiana, el Guadalquivir desempeñó un papel crucial en la economía y la vida de los sevillanos. Fue en esta época cuando el río y Sevilla vivieron su momento más álgido. Gracias a que el cauce era navegable se determinó que todos los barcos que llegarán de las Indias tenían que pasar por Sevilla (y más específicamente a la altura de la Torre del Oro) de manera que, de alguna forma, Sevilla se convirtió en la “capital del mundo” con todas las riquezas y mercancías que llegaban del “Nuevo Mundo”.
Durante este periodo también se vivió uno de los hitos más importantes de la ciudad: el inicio de la primera circunnavegación de la Tierra. En 1519, Fernando de Magallanes partió desde Sevilla a Sanlúcar de Barrameda con sus naves, iniciando así la épica travesía de circunnavegación alrededor del mundo en mar abierto. Cruzando el Puente de San Telmo, se puede observar una esfera armilar que conmemora el punto de partida de este histórico viaje.
En la época actual, el cauce del río ha vivido una auténtica revolución. De hecho, ahora el río tiene dos cauces (uno de los cuales sorprendentemente va en dirección contraria al cauce natural) y su rumbo ha cambiado considerablemente. Una de las transformaciones más importantes se produjo con la Corta de la Cartuja. Hasta entonces la isla de la Cartuja aparecía y desaparecía dependiendo de las crecidas del río. Con la reconducción del cauce se consiguió la reutilización de casi 500 hectáreas de terreno antes inundables, lo que impulsó el desarrollo urbano de Sevilla, incluyendo la isla de La Cartuja, sede de la Expo 92.
El río, arteria del desarrollo urbano
En definitiva el Guadalquivir ha sido mucho más que un simple curso de agua a lo largo de la historia. Ha sido una arteria vital que ha alimentado el desarrollo urbano, la actividad económica y el intercambio cultural en la ciudad, dejando una profunda huella en las civilizaciones que han habitado en sus orillas hasta el día de hoy.El Guadalquivir ofrece en la actualidad unos paisajes espectaculares en donde detenerse y tomar aliento en la apretada agenda del día. Encontrar un espacio tranquilo y al frescor de un abedul no resulta muy complicado. El paseo de la Virgen de la O, los Jardines de Chapina o simplemente un banco de la calle Betis son buenos lugares para disfrutar del Guadalquivir. Ahora que conoces su historia, verás las aguas con otros ojos.