El Rocío en Sevilla

Cada año, Sevilla se prepara para dar comienzo a una de las peregrinaciones más emblemáticas y esperadas de toda España: el camino hacia la aldea de El Rocío. Miles de devotos, con trajes de gitana y sombreros de ala ancha, se congregan para acompañar a las carretas que parten rumbo a la aldea.  

 

Desde Sevilla a Huelva

La romería hacia El Rocío es un viaje en honor a la Virgen del Rocío, patrona de Almonte (Huelva). A lo largo de varios días, los peregrinos recorren más de 60 kilómetros a pie, a caballo o en carretas, atravesando los caminos y marismas que llevan a la aldea. Este itinerario, se convierte en un desafío físico y espiritual, donde los peregrinos demuestran su fervor y entrega. 

 

Una de las ciudades españolas desde donde más hermandades salen es Sevilla. La ciudad se llena estos días de fe, celebración y tradición. Hay un ambiente diferente: carretas, flamencas, caballos comienzan el camino junto con sus hermandades, listas para la peregrinación.

 

Las hermandades marcan el paso

De las seis hermandades de la ciudad, Triana es una de las más conocidas y queridas, con alrededor de 5.500 romeros. Juntos andan el camino en el que llevan al simpecado de la hermandad, en una carreta lujosa llevada por bueyes. Es una de las más famosas por sus cantos, sus bailes y sus sevillanas.

 

Pero no solo de Triana parten carretas, en la parroquia del Salvador también sale su hermandad, que congrega unos 2.000 peregrinos y recorre el centro de la ciudad. Y en los barrios, la Hermandad del Cerro del Águila y el Rocío de la Macarena, inician el paso que acompaña cada simpecado. 

 

Junto a estas, Sevilla cuenta con hermandades más pequeñas, como el Rocío Castrense o Sevilla Sur, completando el listado de agrupaciones que realizan este camino desde Sevilla. 

 

Fe, tradición y fiesta

El camino hacia El Rocío es mucho más que una simple peregrinación; es un viaje donde las emociones se desbordan y las vivencias se convierten en recuerdos imborrables. Durante el trayecto, se respira un ambiente de camaradería y hermandad, donde los romeros se apoyan mutuamente, cantan sevillanas y rezan juntos. Las risas, los cantos y los llantos se mezclan en un torbellino de sentimientos encontrados.

 

A medida que se avanza, los peregrinos atraviesan bellos paisajes naturales, cruzan arroyos y vadean las marismas. Los encuentros con otras hermandades, los momentos de descanso en los caminos, las paradas en las ermitas y la llegada a los diferentes puntos de acampada se convierten en hitos memorables en esta travesía.

 

La llegada a la aldea de El Rocío, el último tramo del camino, es un momento de éxtasis y emoción indescriptible, donde el esfuerzo de todo el camino obtiene su recompensa entre tambores y palmas. Un viaje que trasciende el tiempo y las distancias y que termina cuando las hermandades están de vuelta en casa.