Plaza Nueva
Centro comercial y administrativo de la ciudad
Con unos 500 metros de perímetro ocupa una extensión aproximada de 14.000 m². Aquí se encuentra uno de los extremos de la línea del tranvía «Metro-centro». Perteneciendo al distrito Casco Antiguo sirve de divisoria entre dos barrios, la plaza se encuentra dentro del barrio del Arenal, estando las manzanas de sus lados norte y este (ayuntamiento) dentro del barrio de la Alfalfa.
Convergen en ella las calles Tetuán, Jaén y Méndez Núñez por el norte; Bilbao y Madrid por el oeste; Badajoz, Barcelona y Joaquín Guichot por el sur; Granada y la avenida de la Constitución por el este. Conocida como «laguna de la Pajería», era un humedal en la Edad Media, cuyas aguas, de un brazo del rio-guadalquivir, procedían de la calle Sierpes y tenían salida por la avenida de la Constitución. Con la ampliación almorávide de la muralla se accedía a ella por la puerta de los Alfareros. Tras su desecación se convertiría en un cementerio, y en el siglo XIII se afincarían en este terreno los frailes franciscanos, quienes por sucesivas ampliaciones acabarían construyendo una casa conventual de enormes dimensiones, mucho mayor al actual perímetro de la plaza.
Tras la guerra napoleónica de 1808 el edificio del convento quedó muy dañado, sufriendo además en 1810 un incendio que lo terminó de arruinar, hasta el punto que se acondicionó parte de la zona como plaza; no obstante, se acometería una lenta reconstrucción iniciada en 1813, que no se llegaría a materializar a causa de la desamortización de los bienes a la Iglesia de 1835 que paralizó definitivamente los trabajos. La Plaza Nueva, y todas las pequeñas calles que la circundan, surgen en 1848 cuando se derriba el Convento «Casa Grande» de San Francisco, de la Orden Franciscana y sus anexos del Hospital de Terceros Franciscanos y el Colegio de San Buenaventura, que era el noviciado y casa de estudios de la orden.
Se concluyó en 1853, aunque no se inauguró hasta 1857. El aspecto primitivo de la plaza era de un caserio de dos plantas, uniforme en las tres caras frente al Ayuntamiento, del que sólo se mantiene en pie como testigo el tramo comprendido entre el edificio de la Telefónica y la calle Barcelona. En el centro de la plaza hubo un gran quiosco para música, que desapareció para levantar el actual monumento a San Fernando, que se inauguró en 1924. EL primer nombre que se le dio fue el de plaza de San Francisco por el convento desaparecido, hasta 1857. En un primer momento se rotuló como «Plaza de la Infanta Isabel», por la hija de los Duques de Montpensier.
Desde 1873, con la I República, la plaza pasó a llamarse «República» y «República Federal». Con la Restauración en 1875, el Ayuntamiento la denominó «de San Fernando». En 1931 la II República la bautiza como «Plaza Nueva». En 1936 vuelve a ser de «San Fernando», pero nunca se cambiaron las placas. Finalmente la democracia le puso oficialmente el nombre por el que siempre había sido conocida: «Plaza Nueva». Preside la plaza el monumento al rey santo Fernando III de Castilla. Destacan el edificio del Ayuntamiento, que presenta su fachada dieciochesca en el lado oriental de la plaza. También hay que señalar la pequeña Capilla de San Onofre embutida dentro de las construcciones del siglo XIX, único resto del desaparecido Convento de San Francisco, y el magnífico edificio de la Telefónica, obra de Juan Talavera y Heredia.
En 1861 se retomó la iniciativa con el apoyo expreso de la reina Isabel II. Varios cambios de opinión y de circunstancias administrativas retrasaron la decisión hasta 1877, año en el que colocó la primera piedra el rey Alfonso XII. La obra se acabó al año siguiente, siendo su inauguración el 25 de agosto de 1924. En la elaboración definitiva del monumento colaboraron los artistas más afamados de la época. Así, el pedestal y la idea del conjunto es de Juan Talavera Heredia. Los lados del pedestal están flanqueados por las figuras de cuatro personajes que acompañaron al Santo Rey en la conquista de Sevilla: la figura de Alfonso X es obra de Enrique Pérez Comendador; el caballero Garci Pérez de Vargas es obra de Joaquín Sánchez Cid; el almirante Ramón Bonifaz es de José Lafitta y Diaz, y Alfonso López Rodríguez hizo la del obispo Don Remondo. En la cima, la estatua ecuestre de San Fernando es de Joaquín Bilbao Martínez. Casa Longoria, obra de estilo neobarroco, su diseño se debe al arquitecto de origen levantino y afincado en Sevilla Vicente Traver Tomás, quien lo diseña en el año 1917 para su promotor, don Miguel García de Longoria; quedando finalmente acabado en 1920. Es una espléndida obra cuya fachada a la plaza se dispone con perfecta simetría, realizada toda ella en ladrillo de color claro, donde incluye finos detalles en azulejo azul. Con tres plantas de altura, su composición focaliza la atención en la gran balconera de forja situada en el eje de la fachada, en el centro de la segunda planta.
Pero sin duda su elemento más sobresaliente y que más llama la atención es su bella torre-mirador situado en esquina. Es este un cuerpo de gran singularidad para el que su autor recupera elementos propios del barroco como son los roleos o los pináculos, y los combina sabiamente con otros más clasicistas como son los frontones curvos y los óculos. El edificio del Banco de Bilbao de Sevilla se levanta en una de sus esquinas. Data de 1950 y responde a la corriente racionalista clasicista propia de esta época, que se lleva a cabo especialmente en la arquitectura asociada a los edificios corporativos de las grandes entidades, tanto públicas como privadas. Edificio Philips, conocido por el nombre de esta marca comercial, está situado en la esquina de la calle Méndez Núñez con la de Bilbao, y asoma a la plaza; es obra de Alfonso Toro Buiza de 1960.
Con cuatro plantas de altura con una muy estudiada composición de fachadas por niveles, es obra del arquitecto Galnares Sagastizábal, quien diseña una fachada monumental y severa presidida por seis majestuosas columnas jónicas de fuste liso y orden gigante. En el proyecto del Metro de 1975 se planificó una estación en la Plaza Nueva. Las obras se iniciaron excavando un profundo pozo de acceso a la futura estación, igual a los construidos en la Puerta de Jerez y la Alameda de Hércules. Durante la excavación aparecieron restos de un barco, probablemente vikingo.