Las torrijas, el dulce sabor de la Cuaresma

El postre por excelencia de la Cuaresma es la torrija, ya sea en el ámbito doméstico o en el hostelero. Esta delicia culinaria tiene una larga historia que se remonta a la Edad Media, cuando era consumida como una manera de aprovechar el pan sobrante.

La receta de la torrija es muy personal y sencilla, pero exquisita, variando en ingredientes y preparación según el cocinero o la cocinera que la elabore. Por lo general, se elabora con rebanadas de pan duro, preferiblemente de varios días, que se remojan en leche endulzada con azúcar y aromatizada con canela y cáscara de limón, o bien en vino.

Tras empaparse bien, las rebanadas se pasan por huevo batido y se fríen en aceite caliente hasta que estén doradas y crujientes por fuera, y suaves y cremosas por dentro. Una vez fritas, las torrijas pueden espolvorearse con azúcar y canela, o bien bañarse en miel.

Desde el Miércoles de Ceniza, los escaparates de todas las confiterías de la ciudad reservan un lugar especial para las torrijas, manteniéndose hasta el Domingo de Resurrección. En los bares y restaurantes, será difícil resistirse a disfrutar de este exquisito postre que forma parte del encanto gastronómico de la Cuaresma.