Un recorrido por los callejones más frescos de Sevilla
Hay un punto aventurero en adentrarte en el barrio de Santa Cruz. Tomar una dirección u otra te llevará a descubrir enclaves muy diferentes, todos ellos envueltos por un halo de ensueño. Su entramado laberíntico y lleno de callejuelas te transporta a otro tiempo y, por qué no decirlo, a ambientes más fresquitos. Déjate llevar.
Un tesoro detrás de cada esquina
Los actuales barrios de Santa Cruz, Santa María la Blanca y San Bartolomé conforman lo que fue la antigua Judería de Sevilla. Vestigios de épocas pasadas todavía pueden encontrarse en sus callejuelas, plazoletas y pasajes.
Sin duda, el callejón del Agua es una calle de obligada visita en tu recorrido por el laberíntico barrio de Santa Cruz. Junto a la muralla de la ciudad, y en paralelo a los Jardínes del Real Alcázar, esta calle servía para llevar el agua desde los Caños de Carmona hasta los Reales Alcázares. De ahí su actual nombre.
Alrededor de este emblemático callejón sevillano se hallan otros con análogo encanto. El mágico callejón de la Judería te dejará sin palabras. Su singular disposición y estructura unen la calle Vida con el Patio de Banderas, a través de un histórico postigo. Una fuente y la lápida dedicada al escritor español Luis Cernuda coronan este lugar, además del arco y el torreón que, en sus tiempos, formaban parte de la puerta que comunicaba el Real Alcázar con la Judería.
Sin embargo, el mejor consejo que te podemos dar es muy sencillo: ‘piérdete’. Decide sobre la marcha, adéntrate en callejones, sorpréndete con la solería enladrillada de calle Verde, o recorre la pequeña barreduela que une la Plaza Virgen de los Reyes con la Plazoleta de Santa Marta. Uno de los rincones más tranquilos y misteriosos donde parar a tomar el fresco en el centro de Sevilla.
Las calles más estrechas de Sevilla
El casco histórico de Sevilla acoge algunas de las calles más estrechas de la ciudad, tramos tan angostos que obligan a pasar por turnos. En primera posición del ránking se encuentra la calle Mariscal, que une la Plaza de Refinadores con la calle Doncellas. Su zona más estrecha tiene 101 cm.
Los 106 cm de ancho de la calle Reinoso le han llevado a ser popularmente conocida como ‘La calle de los besos’. Esto se debe a que la cercanía de los balcones de ambos lados de la calle permitiría, sin gran esfuerzo, abrazar y besar al vecino de enfrente. Otras calles como Lope de Rueda (102 cm) o calle Cruces (119 cm) también gozan de una acogedora dimensión.
Leyendas de Vida y Muerte
De forma paradójica, y fruto del azar, la ‘vida’ y la ‘muerte’ trazan dos líneas paralelas en el mapa de la antigua aljama sevillana. Nos referimos a la calle Vida y el callejón Susona, antigua calle de la Muerte. Ambas envueltas en historias que se narran a medio camino entre la realidad y la leyenda.
La leyenda de la calle Vida cuenta que esta tramo, que conecta la calle Judería con el barrio de Santa Cruz, fue una de las puertas por las que, en el S. XIV, algunas familias judías lograron escapar de un fatídico desenlace.
En contraposición, encontramos la calle de la Susona, popularmente conocida como calle de la Muerte. Esta debe su nombre a una conocida leyenda sobre una chica judía, cuyo amor por un caballero cristiano le llevó a delatar los planes de traición de su padre, Diego Susón. Este fue sentenciado a muerte. Actualmente, dos azulejos a la altura del número 10 de la calle Susona nos recuerdan la leyenda.
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La diferencia de temperatura en el barrio de Santa Cruz puede ser de hasta 10ºC menos.
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Los peculiares nombres de las calles son un atractivo sí mismo.
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En este entramado se esconde una joya mundial del Barroco: El Convento de Los Venerables.