El sonido de la Cuaresma: Las marchas procesionales

En cuaresma, muchos barrios sevillanos se inundan de música por las noches. Bandas de cornetas y tambores entonan una música que rezuma solemnidad y pasión. Se trata de las marchas de Semana Santa, unas composiciones particulares de nuestro país y más específicamente de la región andaluza. Hoy te traemos un recorrido por la historia, los compositores más reconocidos y la actualidad de estas marchas cofrades.

 

Un sevillano no viviría igual su Semana Santa sin música. Ese escalofrío que recorre toda la columna vertebral cuando escuchas las primeras cornetas es una sensación inconfundible. Sin embargo, la Semana Santa no siempre estuvo acompañada de música. Hasta la segunda mitad del siglo XIX, las procesiones hacían sus recorridos completamente en silencio. Una estampa muy diferente a la que estamos acostumbrados.

El origen de las marchas

El origen de las marchas lo podemos encontrar en los cortejos fúnebres del siglo XIX. Durante el romanticismo se popularizó acompañar al finado con una marcha propia compuesta para la ocasión. Desde mediados del siglo XIX, las bandas de música, tanto civiles como militares, han tenido una presencia habitual en las procesiones de Semana Santa en Andalucía. Esto marcó el inicio de la creación de marchas dedicadas a las diversas hermandades y cofradías de la región. La marcha procesional se ha convertido en uno de los estilos musicales más destacados y populares, convirtiéndose en uno de los géneros musicales más arraigados en la cultura local.

 

En los inicios de este género las marchas eran interpretadas por bandas de música. Las primeras partituras que acompañaron a las procesiones fueron de músicos clásicos como Beethoven o Puccini, debido principalmente a la falta de composiciones propias del género cofrade. Un ejemplo de ópera transformada en marcha que perdura hasta nuestros días es la “Marcha Fúnebre en la Ópera Ione” de Errico Petrella. Esta composición fue adaptada por Manuel Font Fernández de la Herranz a finales del siglo XIX y desde entonces se ha convertido en todo un clásico en el repertorio de las marchas procesionales de nuestro país.

Puedes escuchar “Marcha Fúnebre en la Ópera Ione” aquí

Clásico de cornetas y tambores

Para escuchar el clásico toque de cornetas y tambores deberemos esperar a comienzos del siglo XX, cuando Sevilla tomó la delantera en innovación musical y utilizó las marchas militares como base del género cofrade. La primera marcha que sentó este precedente de estilo fue la composición “Virgen del Valle” de Vicente Gómez-Zarzuela Pérez. Ya en esta marcha podemos encontrar los principales elementos que se repetirán en el resto de piezas musicales: el toque solemne, el ritmo decadente y el ambiente de acompañamiento a un “presidiario”.

Puedes escuchar Virgen del Valle aquí

Desde este gran cambio, las marchas han ido evolucionando e innovando en su forma y fondo. Destacamos dos hitos importantes: las marchas cantadas y las marchas de palio.

Marchas cantadas

Las marchas cantadas también surgen en el siglo XX y tienen un doble origen. Por una parte en los cantos gregorianos propios de los actos litúrgicos y por otra parte, la zarzuela española, pues muchos autores también eran compositores de ópera y acababan influenciando en sus creaciones. Así podemos encontrar grandes marchas cantadas como “Pasan Los Campanilleros” de Manuel López Farfán.

Puedes escuchar «Pasan los Campanilleros» aquí

Marchas de Palio

Por otra parte, también en el siglo pasado, el repertorio de marchas se fue ampliando hacia tintes más alegres en un afán de adaptar las melodías a la mecida del paso. De esta forma aquellas vírgenes con una advocación no dolorosa optaron por marchas más alegres o “de palio”. Un claro ejemplo de este tipo de marcha es “Virgen de las Aguas” de Santiago Ramos Castro.

Puedes escuchar «Virgen de las Aguas» aquí.

 

Tras este recorrido por el origen y la evolución de las marchas cofrades, os dejamos una Playlist de marchas de Cristo y otra de marchas de Semana Santa para que disfrutéis de la Cuaresma y la espera se os haga más amena.